Testear es caro y complejo: ¿comparado con qué?
La cantidad de testeos para COVID-19 en nuestro país ha aumentado lentamente hasta un total de 1.450 tests por millón de habitantes (T/M) con un total de 65.813 tests realizados hasta el 2 de mayo. A pesar de que se han publicado más de 5.000 artículos científicos en 4 meses, son muchas las cosas que aún no sabemos sobre el COVID-19. Pero todos los países, incluso Suecia que no implementó un programa de aislamiento físico estricto, están de acuerdo en algo: solo con una cantidad suficiente de testeos se puede salir en forma segura del aislamiento y así reactivar la economía.
Con “testear” me refiero al estudio de PCR que detecta la presencia del virus. El objetivo no es solo lograr un conteo diario más confiable de los nuevos casos infectados. La razón de testear, debido a que ésta es una enfermedad muy transmisible, es identificar a quienes están infectados para así rastrear a sus contactos y aislarlos para disminuir efectivamente la diseminación del virus.
Otra razón para incrementar el testeo es que la sintomatología por COVID-19 es variada y puede desorientar al médico más avezado. Si se testean fundamentalmente personas con fiebre, tos y dolor de garganta, probablemente una gran parte tendrá gripe y no COVID-19. La mayoría de los infectados son asintomáticos o mínimamente sintomáticos por lo que solo podrán ser identificados con el test. Entre las dificultades diagnósticas está que las manifestaciones clínicas más frecuentes de COVID-19 son cansancio y pérdida del olfato y que, en un grupo de 5.000 pacientes evaluados en la ciudad de Nueva York, el 70% no presentaron fiebre, síntoma considerado cardinal en las enfermedades infecciosas. Se ha observado la ocurrencia de ACVs, desmayos, trastornos dermatológicos y oculares, diarrea, hepatitis y otros síntomas gastrointestinales. Es decir, un espectro de manifestaciones que requiere un índice de sospecha que excede largamente testear solamente a pacientes con síntomas respiratorios.
Además de los casos sospechosos y sus contactos, se debe testear a todo el personal de geriátricos y a sus residentes, al personal y reclusos en las cárceles y a personas en situación de calle en los refugios. Y este testeo debe repetirse con una cierta frecuencia ya que un resultado negativo hoy no implica que la persona no se infecte en días subsiguientes. Algo similar ocurrirá con el personal de las diferentes empresas. Se argumenta que la mayoría de las provincias tiene pocos infectados. Y es verdad que cada región dentro de un país representa una realidad diferente. Pero precisamente deben testear extensamente para identificar a otros contagiados y lograr el aislamiento de los que pueden extender la epidemia. Italia también tuvo pocos casos en algún momento…
El argumento de que como país emergente y compitiendo contra otros que tienen mayores recursos, la Argentina tiene dificultades en “conseguir los kits y aumentar el número de tests” es una falacia. Solo basta compararnos con el resto de la región donde la mayoría hace más testeos que nosotros: Uruguay 6.093 T/M, Chile 10.788 T/M, Paraguay 1.509 T/M, Perú 11.376 T/M, Ecuador 4.458 T/M, Colombia 2.252 T/M, Costa Rica 2.719 T/M y Panamá 7.730 T/M. Se debe considerar que Uruguay y Costa Rica nos superan, aunque tuvieron 17 y 6 muertes respectivamente. Incluso Brasil, liderado por un presidente que “no cree” en la pandemia, hace 1.597 T/M. Venezuela declara hacer 16.802 T/M. Nuestro objetivo de testeo debe ser calculado por especialistas, pero seguramente debería ser igual o mayor que 10.000 T/M.
Está claro que no podemos aspirar a metas como las que tienen países desarrollados. En los EE.UU. llegaron a hacer más de 300.000 tests en un día, solo el Instituto Broad en la ciudad de Boston hace más de 4.000 tests diarios y ese país llegará a varios millones de tests por semana a corto plazo.
La rapidez, efectividad y escala en realizar la trazabilidad de contactos tienen un rol clave en disminuir el tiempo de contagio con el que esas personas ponen en riesgo a otras multiplicando la cantidad de infectados. Todos los países testean, pero lo que cambia es cómo realizan la pesquisa de contactos. Tempranamente en la pandemia Israel usó geolocalización de contactos con celulares. En Corea del Sur hacen seguimiento de los gastos con tarjeta de crédito y así determinan dónde y cuándo estuvo la persona infectada para alertar a otros que estuvieron expuestos al coincidir en esos lugares. Bill Gates ha mencionado el desarrollo de una aplicación que usando bluetooth genera una comunicación entre celulares para así determinar los contactos durante el período asintomático de contagio de quien se confirme como infectado. Una publicación en The Lancet mostró que pudieron predecir brotes de influenza más rápidamente que con las herramientas epidemiológicas del Centro para Control de Enfermedades (CDC) de los EE.UU. Los autores midieron digitalmente la aceleración en la frecuencia del pulso causada por fiebre en 200.000 personas. Hasta que alguna de estas tecnologías esté disponible de forma masiva, la búsqueda de contactos se puede hacer con recursos humanos entrenados ad-hoc.
Casi 100 países planean su estrategia para dejar progresivamente el aislamiento y retomar de a poco la tan necesaria actividad económica normal. Si se relajan las medidas de distanciamiento sin un plan específico se prolongará el aumento de casos y la llegada del pico. También podría ocurrir un rebrote debido a que no se ha infectado una proporción suficiente de la población como para lograr inmunidad masiva. Y este brote, que por el bajo testeo será detectado tarde, causará una saturación del sistema de salud. La base de la estrategia debe ser desarrollar una estricta vigilancia basada en testeo para identificar personas infectadas, localizar a sus contactos y aislar a todos preferentemente en lugares ad-hoc diferentes de sus casas para reducir lo más posible la transmisión a otros. Si la estrategia de testeo se logra con éxito, se podrán disminuir las medidas de distanciamiento físico y aumentar la proporción de personas que progresivamente vuelvan a sus trabajos.
Comparado con el costo y complejidad de una economía paralizada, aumentar los testeos es barato y simple. Comparado con el costo de una saturación del sistema de salud asociado a un mayor número de muertes, el testeo es más barato y simple aún. Luego de escuchar y leer decenas de notas a economistas y médicos de nuestro medio me impresiona que no sea obvio o no se entienda que la potencial salida del aislamiento es testeo-dependiente. Comentarios de Paul Krugman (premio Nobel de economía) y Bill Gates -ninguno formado en ciencias de la medicina- reconocen que los EE.UU. ya han tenido pérdidas 3 veces mayores que en la crisis de 2008, pero señalan que el testeo es el tema central para guiar el camino a una reactivación económica.
La experiencia en el hemisferio norte sugiere que el frío es la zona de confort del virus. Si no se da mayor relevancia a la estrategia de testeo propuesta, el invierno no augura nada bueno.
Dr. Conrado Estol
La Nación – miércoles 6 de mayo 2020